Conocí a Leo Gálvez un 19 de Diciembre de 2009, cuando era prácticamente un nombre anónimo en el mundo del porno en España. El motivo fue una entrevista que habíamos concertado con Yoha, su entonces pareja.
Ambos acababan de volver de Budapest donde habían vivido un año, y Yoha tampoco era lo popular que sería con posterioridad, pero, conocedor de su trayectoria, consideré que ella era un personaje interesante para dar a conocer al público de esta web.
Leo Gálvez asumía con naturalidad su papel de “pareja de”. Entendía que la entrevista fuese para su chica y que él tuviese un rol secundario. De hecho, era algo que había sufrido en la capital húngara, donde Yoha no paraba de trabajar y a él se le concedían oportunidades con cuentagotas.
Recuerdo que en nuestra conversación hablamos acerca de la dificultad de ser considerado por tí mismo cuando llegas de mano de una chica.
Pero ya entonces me percaté de que Leo no utilizaba a Yoha como salvoconducto para entrar en el porno. El tiempo ha terminado por confirmarme que estaba en lo cierto: Leo Gálvez no es de esa clase de tipos. A él le gusta ganarse las cosas con su propio esfuerzo.
La ascensión de Leo Gálvez en el escalafón porno no se ha debido a que nadie le abriese puertas, no se ha debido a enchufes ni a padrinos. Su virtud ha sido dar siempre lo mejor de sí mismo, trabajase con trabajase, dejar una excelente impresión, y no obsesionarse con el éxito.
Cumlouder, Crapulosos, Sexo Premium, MMM100…Leo ha tenido cabida en producciones de casi todas las compañías nacionales, pero finalmente, ha terminado dando lo mejor de sí mismo como productor para los americanos de Bangbros, que después de evaluar su trabajo, decidieron apostar a tope por él con el proyecto de Culioneros.
Desde hace algo más de un año, Leo trabaja de forma casi autónoma a un ritmo y un nivel que pocos podrían mantener.
Ha formado su propio equipo, con gente de su confianza, y entre ellos, no ha dudado en dar una oportunidad a gente como Frank Franco o Robert Stoikov, que han respondido a la perfección.
El, mejor que nadie, sabía lo importante que es para un actor porno principiante la confianza, y ha demostrado ser coherente dándosela a otros.
Pero las verdaderas razones de su éxito, las más determinantes, han sido un verdadero deseo de mejorar cada día, y el mantener los pies sobre la tierra.
Hoy, Leo Gálvez es probablemente uno de los personajes con mejor cartel de nuestro porno porque a través de las redes sociales, todo el mundo ha comprobado que ambas características le son inherentes, que no se trata de una pose.
Cuando Leo se trasladó a Budapest, pesaba 90 kg y su físico era blando y poco trabajado. De regreso a España, se propuso como reto mejorar en todos los aspectos, lo que incluía su físico. A ahora, tres años más tarde, la evolución ha sido espectacular, el trabajo constante ha dado su fruto.
Pero además, ahora que Leo saborea las mieles del éxito, sigue siendo la misma persona humilde que quería hacerse un hueco cuando regresó de su etapa húngara.
Graba a las hembras más impresionantes del mundo, trabaja para una compañía de las más grandes a nivel internacional y su carrera continúa en un ascenso imparable.
Pero Leo sigue tratando a todos de igual a igual como lo hizo desde el primer día, y lejos de usar su triunfo con afán revanchista, de lo que se preocupa es de mejorar como persona en todos los aspectos.
No es extraño leer con frecuencia en su perfil de Facebook alguna cita haciendo referencia a la meditación, al poder de la mente en la consecución de objetivos, o a las energías positivas.
En un porno español en el que la mayoría emplea su tiempo en discusiones, batallas y autobombo, Leo Gálvez lo emplea en mejorarse por dentro y por fuera, manteniendo su ego a raya, y con ello, se ha ganado la admiración y el respeto de casi todos.
Él no trata de dar lecciones a nadie, actúa, mientras otros hablan, y emplea sus energías de modo constructivo. Por esas razones, la referencia, mi referencia se llama Leo Gálvez.
Si sus actitudes fueran la norma y no la excepción, otro gallo cantaría en el porno español.
Xuancar